Campesino

Su siempre fraterno gesto,
dice mucho de su mundo.
Conoce la lluvia, ama a la tierra.
Sabe que el amor
está en las cumbres y en el río.
Se alegra cuando el viento
galopa sobre el maizal,
se alegra cuando ve el fresco
grano de la espiga.
Se alegra con las notas de la tinya,
de la quena, del charango,
por eso nuestros pueblos aún están vivos.
Pero, a veces su pena es tan grande
como la cumbre andina,
tan grande desde la luz hasta la sombra.
El tiempo está cambiando,
su voz está recorriendo
nuevos caminos,
cantando a la vida
en cada latido de los ríos.

Lima, junio 2008

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